jueves, 7 de enero de 2016

LOS PUENTES NOS UNEN


¡Bueno, bueno...! Ahí estaba el Lobo, en su puto cubil, saboreando un cohiba y llevándose al coleto unas copas de su vino favorito. La Rioja queda lejos de la madriguera palentina, pero siempre que pasa con la Merche por "Ruta de Europa", en el PK 341 de la A-1 dirección N cerca de Subijana de Álava, se carga en la cabina un par de cajas (o tres) de aquel líquido de color cerezo sanguíneo que atiende a la marca de "Rioja alavesa". ¡Uhmmm, qué placer de dioses lobunos!

Escribe y escribe el condenado cánido hasta que le vino a la memoria aquella escena derrotista y algo trágica: Viajaba por la N-332 y en llegando a Los Lobos, en la profunda y desértica Almería, topase con aquel precioso puente derruido, sin tablero, huérfano de vida, de unión de pueblos, de transmisión de noticias, de mercancías, de cultura. El puente roto era la viva metáfora del fracaso. Jodida cabina -La Merche- que ahondando en la herida sensible de este lobo, se limitaba a poner música de Led Zeppelin y los aullidos de Jimmy Page y Robert Plant  lloriqueaban la vieja canción de "Communication Breakdown...". Sí, aquella premonición se cumplía a "carta cabal" y la N-332 en su PK 17 sucumbía, cortándose en tajo, sobre la profunda rambla de Canalejas.

Y el lobo Quirce, medita: ¡Hombre...!, el camino, la vereda, la senda, siempre existe, pero, el peligroso vado, especialmente con aguas bravas... ¿Cómo se salva...? Quizás, los antiguos homínidos, se limitaban a tirar un tronco de árbol sobre el cauce y así, lograban cruzar a la otra orilla. Aquel invento fue más revolucionario que la fregona, la televisión o la penicilina, por poner unos pocos ejemplos.  Ahora bien, cuando llegó el momento de vadear cosas grandes, como la pieza grande de caza, la cosecha de frutos o voluminosos menhires, el ligero tronco de madera, era más peligroso que un león de dientes de sable. Y aquellos cauces enormes, de cien metros de anchura ¿Cómo se vadeaban...?

Cuando el lobo Quirce hace un viaje con La Merche por la península, pongamos por caso, desde Madrid a Barcelona, en realidad, se desliza sobre la suave superficie de la A-2/AP-2 (salvo en los tiempos que corren, que con presupuestos raquíticos, la calzada de la primera autovía nacional, tiene más baches que la mítica "Carretera de Canillas") y no es consciente que ha cruzado mil vados en forma de puentes, viaductos, pontones, tajeas, sumideros o colectores. Siempre están debajo; no nos fijamos, salvo raras excepciones.

En tiempos alcanforados, de olor a rancio, era común la exclusión, la frontera, el límite, el "Cierra de muralla" que decía la canción de Quilapayun y se tiraba el puente, se volaba para aislarse o, quizás, defenderse del enemigo. Los castillos tenían el puente elevadizo y muchos puentes tenían el castillete defensivo para evitar incursiones poco amistosas o, las más de las veces, para controlar el tránsito y cobrar el pontazgo.

No, no, el puente debería ser otra cosa. Me viene a la memoria el concepto de puente entre los romanos. Hace más de 2.000 años -ya es decir- aquel pueblo latino vislumbró la importancia de la comunicación, de la conexión entre pueblos, de la necesidad de una buena logística para tránsito de mercancías, ejércitos y cultura y, desde luego, el puente, bien hecho, robusto y duradero, era muy importante. Aún quedan muchos puentes romanos en uso por Europa y eso es debido al especial interés que ponían en su construcción. Un siglo antes de Cristo, por citar un ejemplo claro, el preclaro Julio Cesar, ante una de las tantas crisis republicanas del Imperio, dimitió de todos sus cargos (llegó a ser hasta Dictador), pero no renunció al título de "Constructor de Puentes" o "Pontifex Maximum" pues, por encima de sus veleidades de poder, César era un ilustrado, obsesionado con el progreso. Como "Pontifex" se inventó el calendario juliano, más exacto que los calendarios lunares, y que duró más de 1.500 años; bueno, todavía, en zonas de religión ortodoxa se sigue utilizando, o se ha utilizado hasta la revolución soviética. Pero, sobre todo, como Pontifex  (hacedor de puentes) siguió diseñando y autorizando la construcción de puentes por todo el Imperio, ya que era consciente de que todo progreso venía por la fácil y rápida comunicación entre las provincias; si no se tendías puentes, el tránsito era lento y difícil o, simplemente, no existía. Curiosamente, aquel título de la república romana, que también tenía su componente espiritual, pues era para el jefe del Colegio de Sacerdotes de Roma, pasó al cristianismo y, actualmente lo ostenta el Papa de la Iglesia Católica Apostólica Romana, o sea, Francisco. Bueno, el lobo Quirce, aunque ateo consumado, no parece tan mundano o amnésico y aún recuerda cosas de dios. En realidad, el título ecuménico es más espiritual, olvidando el carácter ingenieril carretero, pero sí, es cierto, cualquier obispo o arzobispo, es pontífice y el jefe de todos ellos, esto es, el Papa Francisco, es el Sumo Pontífice (el Gran Hacedor de Puentes). Lo cierto es que, aunque lobo irredento, cascarrabias, ateo y borracho, el Quirce asumió con ilusión el nombramiento de este hombre como sumo pontífice y espera de él, que ponga todos los puentes necesarios para que circule la igualdad, la libertad y la justicia, sin restricciones, ayudando a los pobres y necesitados de todo el mundo, hasta que dejen de ser eso: necesitados.

Bien, después de muchos siglos de olvido, de egoísmos, de intransigencia, parece ser que Europa, con este proyecto tan bonito que es la Unión Europea, consideró que el mejor modo de reflejar la idea de cohesión, de unión, de casa común, de derribo de fronteras y un largo etcétera, era inventar el euro y así, podemos observar en el dorso de todos los billetes, un puente idealizado, inexistente en realidad, pero que quiere reflejar la importancia del puente, como obra sólida y permanente de comunicación, ya sea de gentes, de ideas, de culturas o de mercancías. Sí, sí, yo lo confirmo, pues suelo llevar en la cartera algún que otro papel en colorines con guarismos que indican 5, 10, 20 o 50 y que expresan el número de euros con el que cualquier perrilobo (o humano) puede hacer transacciones. Vaya, interviene la vecina maciza del tercero: ¡Oye, Quirce!, ¿No sabes que hay billetes de 100, 200 y hasta de 500 euros...? -Ya, Marisa (contesta el Lobo), lo sé porque los he visto en internet, pero yo creo que son imaginarios, quizás los utilizan los artistas, en las películas o así, tal vez, banqueros, constructores o evasores de impuestos, pero te juro que no, que no los he olisqueado nunca.

¡Ay, el Puente! También existe, aunque no lo veamos, como el billete de 500 euros. Siempre está bajo la calzada pero es el sostén de ella para salvar ríos, arroyadas, ramblas, cortados o amplios valles. Existen obras modernas, como los viaductos, que -tras construirlos- nos han ahorrado a los usuarios hasta 40 o 50 kilómetros de recorrido... y mucho tiempo, además de aportarnos seguridad y confort. Hoy dedica el lobo Quirce el artículo a esta insigne obra de la ingeniería civil y pone fotos de algunos de ellos, que ha ido recopilando a lo largo del tiempo por la extensa red de carreteras peninsulares o almacena en sus archivos.

Salud y buena ruta, compañeros/as.



Puente romano de Alcántara-CC sobre el río Tajo. Construido entre 104-106 d.C. por Caius Lucius Lacer



Puente de hierro con vigas parabólicas, actualmente fuera de uso, en la carretera AC-862 que cruza el río Sor y la ría del Barquero, cerca de Porto do Barqueiro y Bares. A Coruña. Foto del 10.07.1991


Viaducto del Narón de 448 metros de longitud, en la A-6


Puente de la Cantina en la CL-601 zona segoviana y sobre el río Eresma. Foto del 13.08.2012



Puente atirantado de la Ronda Sur sobre el río Tajo en Talavera de la Reina-TO.



Puente romano sobre el Arroyo Salado de Porcuna en Villa del Río-CO junto a la A-4. Foto de fecha 08.11.2012



Puente Nuevo de El Barco de Ávila sobre el río Tormes en la N-110. Foto de fecha 09.01.2014



Puente de Los Santos en la ría del Eo. Prueba de carga después de las obras de ensanchamiento del tablero con 600 metros de longitud, en el año 2.008. Autovía A-8 PK 506



Viaducto de Montabliz sobre el valle que horada el río Bisueña en Cantabria. Tiene una longitud de 721 metros y se encuentra en la autovía A-67



Entramado de autovías, carreteras, vías férreas y túneles entre los que subsiste orgulloso el puente medieval de origen romano llamado Pont del Diable. Toma desde el camión circulando por la A-2 a la altura de Martorell-BCN. Foto de fecha 23.05.2012



Idealización de un puente medieval en el billetes de 20 euros.



Viaducto de Lindin cerca de Mondoñedo que con 707 metros de longitud es el más largo de la Transcantábrica o A-8. 



Viaducto sobre el río Cieza en el valle del Besaya de Cantabria. Tiene largueros gemelos de 220 metros y se encuentra en la autovía A-67.



Idealización de un puente barroco en los billetes de 50 euros.



Escultura de Caesar Augustus como Pontifex Maximus. (Emperador Augusto)

Artículo publicado en la revista Solo Camión número 292 de junio de 2.014