UN TRABAJO CUALQUIERA
La meseta de asfalto está cambiante. Llega más luz a la superficie, más claridad y un ligero viento refresca el rostro del lobo Quirce. Sí, la primavera se coló por un resquicio, por un cortavientos de la cabina, sin aviso previo; a hurtadillas. El cánido recuerda otras llegadas de tiempo luminoso, metido de lleno en El Bierzo, quizás. O mejor aún, bajando los puertos foramontanos de Cantabria, mas ahora no. ¡Qué va! Anda angustiado… ¿en primavera?
Llantén, Pie de liebre (Plantago lagopus L.)
Malva moscada, Malvavisco (Malva moscata L.)
Jodido lobo camionero, que cae en trampas inocentes. Aún recuerda la foresta de hayas, de robles melojos…, de otras rutas con amplio firmamento. Una fuerte rapaz planea al viento mientras escudriña en lontananza una presa idónea que llevar al roquedo, que es su nido. ¡Ay, libertad!... ¿Dónde te fuiste?
Los ojos ambarinos de este cánido están turbios, más bien tristes, encarcelados en la gran plataforma de asfalto negro, de vientos falsos -turbinas de un airbus, del jumbo de Aerolíneas Argentinas- y ruidos predecibles: rugidos de motores de aeronaves, de máquinas cortadoras, de fresadoras ingentes y barredoras de grava tipo bobcat, de asfaltadoras Vögele, apisonadoras y legión de bañeras que, muy diligentes, aportan cual comida, miles de toneladas de piedra cribada para el firme. La pista gigante de rodadura de Barajas se renueva y allí está el Quirce, como uno más, arrimando el hombro, para que todo salga bien, para que Aena no proteste. Bien, ya lo decía: ¿encerrona?, ¿despiste de camionero? ¡Quién sabe! Pero lo cierto es que está allí, como custodio del agua bendita, necesaria para refrigerar diferente maquinaria que trabaja a destajo. Su último empleo ha sido ese: portar agua en camiones cisterna para la ambiciosa obra del aeropuerto madrileño. Salta del viejo Mercedes 1317 al Renault Premium 320 DCI, pero tiene querencias por ese animal tan querido -ahora quejumbroso y cansino-, el Pegaso Troner 1187, que sirve a sus intereses, que aporta 30 metros cúbicos de líquido a la obra, que es insaciable, que es enorme. Aún ruge con ganas y circula bien, lento y seguro, por las vías preparadas para aviones, con suavidad, deslizándose en caricias permanentes sobre asfalto; levitando diría, si soñar pudiera. Esta vieja joya del transporte: le llaman Troner, pero…, tengo dudas. Me quedo con el sobrenombre de Cabina cuadrada, fabricado ahí mismo, muy cerca del aeropuerto. Ya, ya lo sé: el modelo 1187/10 de Pegaso es un 8x2 de 306 CV y caja de cambios Fuller 9 que se puso en venta allá por el año 1978. Bien, pues eso. Lo cierto es que todavía sirve y me sirve a mí.
Gordolobo (Verbascum pulverulentum Vill.)
Lleva un mes el lobo encerrado en vías del aeropuerto. No puede más; está enjaulado. Sube a la atalaya del abuelo y lo mueve para cargar el líquido elemento. Poco más hace ese día: evacuar agua por múltiples mangueras acopladas a la cuba. ¡Está triste! Es cierto. Mitiga, como puede, el aburrimiento, las ansias de ganar horizonte en cualquier vehículo; mas no puede. Rígido allí, junto al asfalto, se asemeja al pobre aguador pintado por Velázquez.
Aciano negro (Centaurea nigra subsp. rivularis)
Amapola común (Papaver rhoeas L.)
Cardo mariano (Sylibum marianum (L.) Gaertn.)
Cuernecillo (Lotus corniculatus subsp. corniculatus)
Acude a los descansos reglamentarios y descubre pasiones ya olvidadas. Hay vida tras la cabina; hay mucha vida acotada entre las pistas de rodadura y de despegue. Hay vida multicolor… Ha bajado de un salto el viejo lobo Quirce. Cámara en ristre, camina y salta. Se agacha, se endereza, para luego seguir a gatas, como un niño, el caminar rápido de una escolopendra de patas amarillas. El lobo se excita, aunque sólo sea para apresar al miriápodo en su cámara. Sí, hay vida a ras de suelo en las manchas verdes del aeropuerto. Quirce claudica ante la primavera: mira el cielo azul, husmea el viento y cámara en ristre, hace acopio de vida vascular; la que tiene a sus pies, un poco libre, entre tanto asfalto. Acaricia culandrillo de pozo ¡curioso!, ahí mismo, fuera de tierras silíceas o canchales montañosos. ¿Lengua de ciervo?, puede ser. Hierba de San Roberto, caléndulas, lechetrezna, mercurial y bledo. Hace instantáneas al cardo mariano, a la celidonia amarilla, al diente de león. Arranca de cuajo una liliácea, que es una rica cebolleta picante y la muerde. Son recuerdos, o quizás, reflejos ancestrales de cánido montaraz. Caza en silencio hierba del muro (¿será un endemismo del aeropuerto?) y se recrea en los azules intensos de malvas silvestres, vistosas, exuberantes. ¡Joder!, ya da de sí, la flora minúscula del aeropuerto. Mañana hablaré de la flora leñosa; también de la fauna.
La Merche en el Aeropuerto de Barajas-M
El lobo Quirce
Se corresponde con el relato publicado en la revista "Solo Camión" de este mes -febrero 2008- cuyo texto resulta más ameno, al incorporarse fotos en colorines, de camiones, plantas y florecillas aeroportuarias. Bueno, algo parecido a esto, sí.